Las manos de Luis Suárez en la línea, el penal fallado de Asamoah Gyan y la definición ‘a lo Panenka’ de Sebastián Abreu fueron hitos fundamentales de la batalla épica entre Uruguay y Ghana en el Mundial de Sudáfrica 2010. Una década después, los ghaneses siguen considerando al equipo uruguayo como un enemigo de la patria. A su juicio, hubo trampa.
El encuentro entre las selecciones de Uruguay y Ghana por Cuartos de Final de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010 bien podría haber sido guionado y filmado para ser el desenlace de una película. Tuvo todo lo que los fanáticos del fútbol —incluso los que no pertenecían a ninguno de los dos países— sueñan: buen fútbol, golazos y un final electrizante que incluyó una mano heroica, un penal en la hora y una tanda de penales que quedó para la historia.
El partido, que finalmente permitió a Uruguay volver a una semifinal de un Mundial después de 40 años, fue catalogado por la propia FIFA como uno de los más vibrantes en la historia de los mundiales. Hay que reconocer, de todos modos, que lo verdaderamente histórico no estuvo en los primeros 90 minutos, que incluyeron sendos golazos de Sulley Muntari y de Diego Forlán, a la postre el dueño del Balón de Oro del torneo.
El partido terminó con un empate a uno sin que hubiera un claro favorito en la fría noche del 2 de julio en el Soccer City Stadium de Johannesburgo. Ambos equipos estaban jugados a los 30 minutos de tiempo extra, aunque el cansancio presagiaba que los errores comenzarían a aparecer y podrían ser clave.
El clímax de la película llegó en el minuto 119, último del tiempo extra. El cansancio hizo que los uruguayos se replegaran y permitió un último embate de los ghaneses. Un tiro libre permitió que el lateral ghanes John Paintsil pusiera la pelota en el área. Lo que sucedió allí duró milésimas de segundos pero para uruguayos y ghaneses parecieron horas.
En cuestión de instantes, el portero uruguayo Fernando Muslera descolgó el primer centro, el rebote quedó para el número 10 ghanes Stephen Appiah que logró patear a escasos metros del arco, la pelota rebotó en los pies del goleador uruguayo Luis Suárez, que ya se había plantado en la línea del arco por detrás de su propio portero. El rechazo de Suárez dejó la pelota perfecta para el cabezazo de Dominic Adiyiah. Muslera ya estaba vencido. Tenía que ser gol.
Pero algo ocurrió. Suárez, que seguía parado en la línea del arco, reaccionó y extendió sus dos manos para detener el balón. Los uruguayos pensaron que se habían salvado pero todos habían visto la infracción del delantero uruguayo. El árbitro portugués Olegário Benquerença pitó el penal y, como no podía ser de otra manera, expulsó a Suárez. El ánimo de los sudamericanos se vino abajo. Ahora sí, nada detendría a los ghaneses, más cerca que nunca de poder colocar a un equipo africano en una semifinal mundialista por primera vez en la historia.