Proyectan tareas para conocer el manejo del stress y la ansiedad escolar al final del año

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La recta final del ciclo lectivo es una de las etapas más estresantes del año, marcada por la acumulación de tareas, cierres pendientes y la extendida procrastinación, que afecta a niños, adolescentes y universitarios por igual, recordó este martes la jefa del área de Psicología del Instituto de Previsión Social Ingavi, Liz Aguiar.

Advirtió que muchos alumnos llegan a esta altura del año con síntomas de saturación, como ausentismo, irritabilidad, llanto fácil, desinterés o bloqueos mentales durante los exámenes. Añadió que el estrés escolar es la respuesta emocional y física del niño ante demandas académicas que percibe como excesivas o difíciles de manejar.

Mencionó que la ansiedad escolar aparece cuando esas demandas generan anticipación negativa, miedo al fracaso y pensamientos de incapacidad. Ambas respuestas son comunes en esta etapa del año y, si no se atienden, pueden afectar el rendimiento, la conducta y el bienestar emocional.

Significó que es de suma importancia, entender qué les ocurre y cómo se manifiesta este malestar para brindar apoyo oportuno a los estudiantes.

Afirmó que los padres y educadores deben estar atentos a los signos de estrés y ansiedad en los jóvenes y ofrecerles el apoyo necesario para que puedan manejar la situación de manera saludable.

Detalló los factores que aumentan el estrés al final del año

• Sobrecarga de tareas y trabajos acumulados.
• Exámenes y evaluaciones finales que los niños sienten como “determinantes”.
• Comparación con compañeros o presión de obtener buenas notas.
• Expectativas familiares elevadas.
• Poco descanso, falta de juego y reducción del tiempo libre.
• Cambios de rutina o adaptación a nuevos profesores o metodologías.
• Miedo a repetir o llevar materias pendientes.

También, refirió sobre las características personales que influyen en la respuesta del niño, tales como el temperamento, habilidades y experiencias previas.

Sostuvo que entre las características que aumentan la vulnerabilidad destacan:

• Perfeccionismo o miedo intenso a equivocarse.
• Alta autoexigencia y necesidad de aprobación.
• Dificultades atencionales o de aprendizaje, que vuelven más demandante el estudio.
• Baja tolerancia a la frustración.
• Niños sensibles o emocionalmente reactivos, que viven las exigencias con mayor intensidad.
• Baja autoestima o sensación de “no ser suficiente”.
• Problemas familiares o emocionales que reducen la capacidad para concentrarse.
• Pocas estrategias de estudio o hábitos poco organizados.

Aseveró que hay que estar atentos a las consecuencias psicológicas y señales de alerta, como la irritabilidad o cambios bruscos de humor; el llanto fácil, angustia o sensación de “no poder más ese miedo a ir al colegio o evitar tareas el nerviosismo, preocupación constante o pensamientos negativos sobre sí mismo.

Manifestaciones físicas como: Dolor de cabeza o estómago sin causa médica clara. Problemas de sueño. Falta o exceso de apetito. Tensión muscular o cansancio persistente.

Manifestaciones conductuales Rabietas, explosiones emocionales o conductas desafiantes; dificultad para concentrarse; olvidos frecuentes; bajo rendimiento escolar repentino.

Finalmente, dijo que los adultos ante estas alertas, pueden ayudar de la siguiente manera, con el acompañamiento familiar y escolar es fundamental.

• Validar las emociones del niño, sin minimizar sus preocupaciones.
• Organizar horarios de estudio con pausas y tiempos de juego.
• Ayudar a dividir las tareas grandes en pasos pequeños.
• Evitar presiones excesivas o comparaciones con otros niños.
• Reforzar logros y esfuerzos, no solo las notas.
• Mantener rutinas estables de sueño, alimentación y descanso.
• Enseñar técnicas simples de respiración o relajación.
• Comunicar a los docentes cualquier cambio emocional o conductual.
• Consultar con un profesional si las señales persisten o aumentan.

Julio Ramón Dávalos Acuña.