Slipknot abre el portal para el viaje nostálgico a su álbum debut

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Energía, melodías demoledoras, sonido machacante, ritmo mecánico, voces distorsionadas para una noche calurosa asuncena donde Slikpnot no solo trajo la nostalgia de sus 25 años sino las máscaras que denotan la realidad social de seres conservadores que imperan en el sistema, en el único show que por primera vez presentó en la noche del miércoles en el Jockey Club.

Desde el comienzo se sintió la conexión músico – público, ya que el fan no paró de saltar, cantar y corear las canciones incluidas en el álbum debut de la banda. No sabemos si el égregor producido por las plegarias de un grupo de fieles católicos o evangélicos, transmitió la mencionada energía o fue simplemente la vibración rockera, tan contagiosa y poderosa que solo el iniciado en el género lo conoce.

El concierto no solo fue un toque de adrenalina, riff demoledores, golpes masacrantes, voces entre guturales y/ distorsionadas, máscaras que emulaban a la monárquica fiesta extravagante pero con el toque crítico del caretismo social, sino el encuentro de amigos y camaradas de añejas jornadas, por lo que se suma a la experiencia que la jornada tuvo el toque mágico para que todo salga a la perfección.

(Sic), Eyeles, Wait and Bleed, Get This, Eeyore, fueron las primeras canciones del primer trabajo discográfico de la agrupación de Iowa, que rompieron el hielo de la calurosa noche asuncena.

El remix de los djs del grupo, puso en atención al público, porque las voces distorsionadas más los sonidos que invitaban a migrar a otro plano, dejó estático a más de uno, pero con los primeros acordes My Inside y Liberate, sellaron la liberación para que continúe el pogo y la sacudida de cabezas en el show.

Nuevamente, el sonido muy de fondo puso en la expectativa para que Corey Taylor exprese su emoción y agradezca la presencia de cada de sus fans, que llegaron a un número de más de 15.000 almas migrantes. Además resaltó que se trata de una nueva familia, la paraguaya.

Tampoco faltó la presencia de la tricolor bandera, que fue flameada en el escenario para el delirio del público que a esa hora quería más canciones, tal como lo prometió el vocalista.

Purity, Prosthetics, No Life, Only One, trajeron nuevamente la energía para transportarse a aquel 1999, tal como invitó Taylor, minutos antes.

Luego de una pausa, donde la banda salió a refrescarse ante el calor sofocante en la ciudad de las siete colinas, más ese calor del averno que transitaba debajo del recinto, según el delirio de fanáticos con orientaciones de una fe obligada, la expectativa de los presentes creció porque esperan escuchar más clásicos.

Finalmente, Slipknot cumplió porque concluyó el show con Spit it Out, Surfacing y Scissors ante la mirada incrédula de los fans, porque la salida fue tan rápida que más de uno no se percató. En líneas generales fue con concierto con un sonido acorde a un evento internacional, el juego de luces, fusionó con las canciones y la agrupación de Ohio, no solo mostró su experiencia ante una multitud, sino que Taylor utilizó el idioma de origen para comunicarse con el público.

Kuazar rompió el hielo a puro thrash

Machete Che Pope, kuriyú y el homenaje a Paul Di Anno (la sorpresa de la noche), fueron los momentos en que la banda paraguaya, oriunda de Ciudad del Este, Kuazar, levantó de sus lugares al público que no solo movió la cabeza, sino que saltó y elevó la polvareda para que acrecentar la energía contenida por la emoción y la ansiedad de ver a Slipknot.