El diseñador que confecciona ropa para mujeres intramuros

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Montado a su máquina de coser, Arnaldo Acuña Velázquez dedica varias horas del día a cortar, costurar y remachar prendas de vestir al gusto y exigencia de mujeres, desde su taller de costura que se aloja en la Penitenciaría Regional de Misiones. Hoy creó un mini imperio de la moda que expende a dos empresas, con el que además de ganar dinero reduce su condena a través de la figura de la redención establecida en el Código de Ejecución Penal.

A pesar de los 14 años de condena que le pesa, se concentra en trabajar, porque está interesado en las habilidades de sus manos con que puede sacar provecho.

Desde el 2017, Arnaldo abrazó la idea de crear su microempresa que actualmente alcanza a vender unas 1.200 prendas semanales cuando sube la demanda de las empresas a las que provee, que revenden en decenas de locales del mercado local. Si las ventas siguen en suba, habrá que apretar el pedal hasta la medianoche.

La labor no fue sencilla, porque Arnaldo venía del mundo del comercio de electrónica, pero alentado por un camarada fue convencido que el rubro textil para damas es el que abarrota la compra más compulsiva. “Nunca pensé trabajar en costura. Todo empezó porque un compañero aquí (Penitenciaría de Misiones) me dijo que sabía coser, y como yo tenía una plata le propuse comenzar nomás ya. Así compramos una máquina recta primero y luego una bordadora y de apenas 50 metros de tela que cosíamos semanalmente, en tres años pasamos a 1.500 metros”, nos relata Acuña.

Polleras, blusas y camisas, todo para mujeres, mantiene ocupados en 10 máquinas a 12 personas privadas de libertad (PPL) que ya están apostados a la temporada de fresco que se viene con buzos y pullovers en telas sintéticas de fibra polar, acetato y moletón como adelanto de colección.

En la actualidad, convertido en un hombre agradecido con la segunda oportunidad que la vida le da, resalta el apoyo del Ministerio de Justicia que a través de alianzas con otras instituciones propone programas de reinserción social. “Cuando quede libre quiero salir adelante y formar mi empresa, tener mi marca”, dijo durante un descanso Arnaldo Acuña Velázquez, un interno de 33 años que echa por tierra el preconcepto social que la confección para damas les está reservada a las mujeres.